martes, 14 de febrero de 2012

¿HEMOS VIVIDO POR ENCIMA DE NUESTRAS POSIBILIDADES?

Sin duda se trata de una frase recurrente, de un lugar común que ha sido repetido como un mantra en los últimos tiempos a la hora de buscar explicaciones a la crisis económica en la que nos hallamos inmersos.
Desde ciertos sectores de la sociedad esta cuestión es un axioma que se utiliza como explicación a la crisis y a la vez como solución. Se afirma que como hemos vivido por encima de nuestras posibilidades ahora nos encontramos en una posición más desfavorable en comparación con otros países de nuestro entorno. Así, al “apretarnos el cinturón” y adecuarnos a lo que tenemos estaremos retomando el camino más directo hacia la recuperación económica.

Otros sectores, sin embargo, consideran que este argumento es una falacia, una excusa creada por grupos neoliberales para justificar recortes sociales.

Entonces, ¿con qué nos quedamos?. ¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades o no?. En economía muchas veces la respuesta es depende. Y es que depende de lo que uno considere vivir por encima de sus posibilidades, así como de quién se considere que ha vivido de manera tan alegre y derrochadora, si el Estado o las familias.

Los que señalan que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades arguyen que hay que reducir nuestros gastos, tanto públicos como privados, porque durante los últimos años hemos estado gastando más de lo que debiéramos, según el nivel de riqueza que tiene nuestro país. Y como prueba de ello, se refieren tanto a la elevada deuda pública del estado español como a la ingente deuda privada. Y ahí está precisamente el problema, ya que una cosa es la deuda pública y otra cosa la deuda privada.
 
La deuda privada es el endeudamiento (los préstamos, para entendernos) que soportan las familias y las empresas españolas. Esta deuda se ha incrementado en los últimos años de forma brutal. Hemos pasado de “deber” 340 mil millones de euros en 1995 a 2.178 millones en 2011. Ya sé que con estos volúmenes nos perdemos, pero quedémonos con que hemos incrementado nuestras deudas en nada menos que un 540% en quince años. Todos sabemos lo que ha pasado con el precio de las viviendas, y las familias que adquirieron viviendas en un período de unos diez años a unos precios desmesurados han asumido unas elevadas hipotecas que van a tener que pagar en cómodos plazos a lo largo de muchos muchos años. Esas familias, en muchos casos, adquirieron también bienes de consumo no duraderos financiándolos con estas hipotecas, lo cual va a suponer pagar unos muebles o un vehículo en treinta o más años, mucho más allá de la vida útil de estos bienes. No se puede culpabilizar sólo a las familias y a las empresas del incremento exponencial de su endeudamiento, ya que los bancos fueron los que autorizaron y formalizaron esos créditos y pidieron prestado el dinero a otros países, y los sucesivos gobiernos los que consintieron, cómodos en la ficción del milagro de la economía española. Pero bueno, dejando claro que nos hemos endeudado por encima de nuestras posibilidades, ya sólo habría que discutir si comprarse una vivienda (bien de primera necesidad) a precios desorbitados y asumiendo el pago mensual de un préstamo hipotecario al límite de los ingresos de una familia es vivir por encima de las posibilidades de uno o no.

Sin embargo, lo que parece menos claro es que el Estado haya vivido por encima de las posibilidades del país. En el mismo período que antes comentábamos (entre 1995 y 2011), mientras la deuda privada se incrementaba en un 540%, la deuda pública lo hacía en un sensiblemente inferior 142%. Y en estos momentos España tiene un nivel de deuda pública inferior a la media de la Unión Europea, y por debajo de países como Alemania, Francia o Reino Unido.


Además, cuando se habla de reducir el déficit público y la deuda pública, se suele incidir en la reducción de los gastos y hablar mucho menos del lado de los ingresos. El Estado se gasta un dinero en transferencias (pensiones) y servicios públicos (sanidad, educación y servicios sociales, entre otros) necesario para mantener el llamado Estado de Bienestar en consonancia (en términos de % con respecto al PIB) muy similar a los países de su entorno, al nivel de Francia y Alemania. Mantener el Estado de Bienestar no es vivir por encima de las posibilidades de nadie; se trata de justicia social. Y además el ajuste por el lado de los ingresos es más sencillo en el caso de los países que en el caso de las familias.

Por tanto, cabría interpretar que quizá el sector privado haya vivido por encima de sus posibilidades en el sentido en el que han asumido un endeudamiento que habrá que ir digiriendo a lo largo –en muchos de los casos– de décadas, un endeudamiento más elevado que los países de nuestro entorno. Y habrían derrochado por adquirir viviendas muy por encima de su valor razonable, compartiendo por supuesto su cuota de responsabilidad con la banca y contando con la anuencia de los gobiernos.

Del mismo modo, parece distinto establecer paralelismos y afirmar que el Estado ha vivido por encima de sus posibilidades por el hecho de haber incrementado su deuda en los últimos años, cuando sus ingresos han disminuido por recaudar menos impuestos y sus gastos han aumentado por haber tenido que atender –entre otras cosas– prestaciones sociales derivadas de altos niveles de desempleo. El Estado ha hecho en este sentido lo que tenía que hacer, y esta deuda pública, similar al resto de los países de la UE, podemos reducirla recortando algún que otro gasto pero también recaudando más a los que más tienen.

2 comentarios:

  1. Lo que me fastidia es no haber vivido antes por encima de posibilidades,y verme obligado ahora a vivir muy por debajo de ellas.

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  2. Genial este análisis de nuestra realidad económica actual!!

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